El hombre del clima

Galardonado con el Premio Nobel de Química en 1903, Svante August Arrhenius (1859-1927) propuso en 1896 la existencia del efecto invernadero. Y no solo esto. Calculó, además, los efectos de un hipotético aumento atmosférico del dióxido de carbono (CO2), por entonces llamado ácido carbónico. Su trabajo, publicado en “Philosophical Magazine” a fines del siglo XIX, se tituló: “Sobre la influencia del ácido carbónico del aire en la temperatura del suelo”. Su intención era contribuir con las discusiones de la Sociedad de Física de Estocolmo sobre las causas de la última Era del Hielo. Se preguntaba si de alguna manera la temperatura promedio de la superficie es influida por la presencia en la atmósfera de gases que absorben calor. En esa revista explicó también que “la atmósfera actúa como el vidrio de un invernadero porque deja pasar los rayos de luz solar, pero retiene los rayos oscuros de la Tierra”. Elaboró unas tablas para mostrar las concentraciones del ácido carbónico y su relación con los cambios de temperatura. “Ahora podemos preguntarnos cuán grande ha de ser la variación del ácido carbónico en la atmósfera para causar un determinado cambio de la temperatura”, escribió. Arrhenius estimó un alza de entre 5 a 10 grados centígrados derivada de la mayor concentración de ese gas en la atmósfera. Mencionaba cómo el Polo Norte había cambiado drásticamente su fisonomía hasta cubrirse de hielo, presuntamente por la reducción de tal gas en un determinado período. Afirmó que si la concentración del carbono en la atmósfera se triplicaba (a valores de esos años) las temperaturas de la región ártica subirían hasta 9 grados, derritiendo su blanca capa. Analizó en profundidad la quema de combustibles fósiles —carbón— y alertó sobre su impacto climático. Hoy sabemos que cualquier porcentaje de dióxido de carbono superior a 350 partes por millón (ppm) —andamos por los 390 ppm—, intensifica el efecto invernadero y eleva la temperatura global, lo que afecta negativamente los ecosistemas. El efecto invernadero es un fenómeno natural propio de la Tierra que ayuda a mantener las temperaturas adecuadas para el desarrollo y sostenimiento de las diversas formas de vida que la pueblan, incluida la humana. Su balance es muy delicado y frágil. En el último medio siglo la quema de combustibles fósiles, carbón y petróleo ha aumentado sostenidamente y con ello las emisiones de CO2. La temperatura promedio de la Tierra va en aumento y los efectos del cambio climático se padecen por doquier.

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