Carta que Miguel Grau envió a Carmela Carvajal viuda de Prat
"Monitor Huáscar - Pisagua, junio de 1879
Muguel GrauDignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud., y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre naves peruanas y chilenas su digno y valeroso esposo, capitán de fragada don Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, fue como usted no lo ignorará, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sencillamente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las que para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia, y por eso me he anticipado a remitíselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro señora, la oportunidad de ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetoscon que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau"

Respuesta de Carmela Carvajal

"Recibí su fina y estimada carta... en ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted a acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo; y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraron sobre la persona de mi Arturo; prendas para mí de un valor inestimable... consagradas por su martirio, como la espada que lleva su adorado nombre. Al proferir la palabra martirio no crea usted señor, que sea mi intento de inculpar al jefe del Huáscar la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que (usted)... tiene el raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semente (como usted, Grau), un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, a haberlo podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón... Carmela Carvajal de Prat".

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