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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Reformas Borbònicas

Se denomina REFORMAS BORBÓNICAS al conjunto de grandes cambios económicos, políticos y administrativos que impulsaron los reyes borbones de España, durante el siglo XVIII, para la metrópoli y sus colonias.Estas reformas fueron iniciadas por Felipe V (1700-1746), continuadas por Fernando VI (1746-1759) y desarrolladas principalmente por Carlos III (1759-1788). Los objetivos fueron, básicamente, recuperar la hegemonia comercial y militar de España, y explotar y defender mejor los ingentes recursos coloniales. Las Reformas Borbónicas y las colonias en América El fuerte incremento de la población colonial durante el siglo XVII creó nuevas necesidades y problemas que los monarcas habsburgos no pudieron resolver. La lentitud y la corrupción administrativa caracterizaban la administración colonial. Las potencias rivales, Inglaterra y Portugal, se expandían impunemente e inundaban Sudamérica con mercancías de contrabando. A todo esto hay que añadir el excesivo poder que habían adquirido la ari
Pequeños agricultores y ganaderos, pescadores y maestros de zonas alejadas le han contado al Perú sobre un “clima loco” que los desconcierta, golpea sus vidas y crea incertidumbre. Son los voceros de un problema global que ya nos afecta. Por: Milagros Salazar Herrera* “La lluvia que venía en setiembre, ahora llega en enero del siguiente año. El sol quema y tenemos que usar bloqueador. ¿Cuándo se ha visto eso en el campo?”, pregunta Julián Pilco, campesino de Anta, Cusco. “Ya no hay nieve en el apu Ausangate, no hay agua en los puquios”, increpa Cayetano Huanca también de la región imperial. “Hay plagas y enfermedades más resistentes”, dice Eugenio Colonia desde Huaraz, mientras que cerca al mar, en Chimbote, la maestra Yolanda Lara asegura que constantemente “el mar se sale y las bases de las casas se debilitan”. En la Amazonía de San Martín, el agricultor Misael Salas Amasifuén cuenta que cayó granizo en su comunidad: “eso nunca había pasado”. Son testimonios que revelan que algo ya e

Hermano fuego, hermano bosque

Las actividades humanas, con su voraz patrón de consumo, producción masiva e ineficiente uso de energía, genera desequilibrios en el clima. La temperatura sube y todo se trastoca. Las malas prácticas agrícolas son parte del problema. Por: Ernesto F Ráez Luna* El Sol que está ni muy lejos ni muy cerca y la delgada capa de gases que forman nuestra atmósfera, producen un planeta tibio y acogedor. Varios gases del aire, llamados gases de “efecto invernadero” (GEI), absorben energía solar y la devuelven en forma de calor. Ese calor promueve la fiesta de la vida en el planeta. Pero si la concentración atmosférica de GEI aumentara demasiado, el clima de la Tierra se recalentaría fuera de control. Gaseoso enemigo El gas de efecto invernadero más célebre es el CO2 (C por carbono y O por oxígeno), ese gas que expulsamos al respirar. Es el producto natural de toda combustión orgánica: la que inflama nuestras mejillas cuando corremos, la que impulsa un motor a gasolina y la que consume árboles y o

Adiós al hielo

El calentamiento global nos derrite y no exactamente de amor. Retroceden los hielos del ártico, los glaciares andinos son cada vez más escasos y el subsuelo helado de planeta podría desaparecer para fines de siglo. Definitivamente, estos no son buenos tiempos para muchas cosas y una de ellas es para ser un oso polar. Estos emblemáticos habitantes del Ártico, o Polo Norte, ya están padeciendo las alteraciones del calentamiento global. Los estudios sugieren que su gélido territorio está derritiéndose a ritmos acelerados. La pérdida de hielo marítimo —esencial como plataforma para la captura de su alimento, principalmente focas— amenaza su supervivencia. Este hielo se derrite adelantadamente en la primavera boreal (antes que lo habitual), llevando a los confundidos osos a internarse tierra adentro, antes de haber acumulado grasa suficiente como para pasar el invierno. El deshielo, al igual que la deforestación del bosque, tarde o temprano lleva a la extinción de especies. Uno de los impac

El hombre del clima

Galardonado con el Premio Nobel de Química en 1903, Svante August Arrhenius (1859-1927) propuso en 1896 la existencia del efecto invernadero. Y no solo esto. Calculó, además, los efectos de un hipotético aumento atmosférico del dióxido de carbono (CO2), por entonces llamado ácido carbónico. Su trabajo, publicado en “Philosophical Magazine” a fines del siglo XIX, se tituló: “Sobre la influencia del ácido carbónico del aire en la temperatura del suelo”. Su intención era contribuir con las discusiones de la Sociedad de Física de Estocolmo sobre las causas de la última Era del Hielo. Se preguntaba si de alguna manera la temperatura promedio de la superficie es influida por la presencia en la atmósfera de gases que absorben calor. En esa revista explicó también que “la atmósfera actúa como el vidrio de un invernadero porque deja pasar los rayos de luz solar, pero retiene los rayos oscuros de la Tierra”. Elaboró unas tablas para mostrar las concentraciones del ácido carbónico y su relación c